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MUNDIAL 1954 * PARTE 4

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HISTORIA DE LOS MUNDIALES DE FÚTBOL
MUNDIAL 1954 –
WORLD CUP 1954 –
COPA DO MUNDO 1954 * PARTE 4
1954 DFB - LA PRIMER CONMEMORACIÓN ALEMANA
ALEMANIA CAMPEÓN DEL MUNDO

CIUDADES SEDES DEL MUNDIAL 54
Seis cidades sediaram o torneio:

LOS ARBITROS DEL MUNDIAL
 Esteban Marino        


FRITZ WALTER LA HISTORIA DE UN CRACK
La historia de Fritz Walter es la historia de un hombre que además de sus extraordinarias cualidades futbolísticas también fue querido y honrado porque siempre estaba arraigado a la tierra, era optimista y amable.
Fritz Walter nació el 31 de octubre de 1920 en Kaiserslautern como hijo mayor de una familia de cinco hijos (Ludwig, Ottmar, Sonja, Gisela). Su padre Ludwig y su madre Dorothea llevaban el bar del club del 1. FC Kaiserslautern. Este lugar se convirtió en el punto de partida de una carrera superlativa. En 1928, con siete años de edad, el pequeño Fritz se puso por primera vez la camiseta de los ”diablos rojos“. En 1937, con 17 años, realizó su primer juego con un permiso especial en el equipo de la Primer Liga. En 1940 el interior jugó como jugador nacional a las órdenes de Sepp Herberger y metió tres goles contra Rumanía (9:3). En 1951 celebró contra Suiza su retorno a la selección nacional y fue por primera vez campeón de la liga alemana con el 1. FC Kaiserslautern. En 1953 volvió a conseguir el título con su club. En total jugó cinco veces en su carrera deportiva la final por el campeonato de la liga alemana. Pero el año Walter fue el de 1954: Fritz ganó la Copa Mundial de la FIFA en Suiza con su hermano pequeño, Ottmar. Por vez primera en la historia del fútbol mundial salieron dos hermanos a la final y ganaron.
En 1958, con 37 años, se despidió del escenario internacional en su segunda Copa Mundial de la FIFA en Suecia. Jugó 61 partidos internacionales, metió 33 goles y fue 30 veces capitán de la selección nacional. El 20 de junio de 1959, el ciudadano de honor de su ciudad natal finalizó su carrera con un partido contra el Racing de París. En 379 encuentros había metido 306 goles para el 1. FC Kaiserslautern. Llegó a su punto final una carrera futbolística sin escándalo alguno. Fritz Walter se ocupó como futbolista de muchas noticias sensacionales. Como persona privada Fritz Walter, que se casó en 1948 con Italia Bortoluzzi, vivió tan idealmente como de deportista. Cuando en 1995 recibió la Orden de la FIFA por la obra de su vida en el estadio de Wankdorf de Berna, el famoso periodista deportivo Rudi Michel le denominó ”un campeón en modestia“. Franz Beckenbauer, que admiró de pequeño a Fritz Walter, llama al capitán de 1954 el “futbolista alemán más importante“.
Ulfert Schröder, un renombrado periodista de fútbol, describe las cualidades de Fritz Walter así: “Cojamos de Franz Beckenbauer la tranquilidad y la visión del juego, de Günter Netzer el talento, la idea inicial, el grandioso gesto, de Wolfgang Overath la sensación del balón y la peligrosidad de goles, de Uwe Seeler el espíritu de lucha y la valentía y por último de Berti Vogts la dedicación patriótica y la fidelidad." Fritz Walter fue querido y estimado por todos los alemanes, pero su corazón siempre latió por el rojo, por los colores del 1. FC Kaiserslautern, la ciudad de una de las mayores bases militares americanas (”K-Town“).
A pesar de las ofertas lucrativas de Milán, Madrid o Nancy, Fritz Walter nunca se dejó llevar por el dinero. También su querida mujer Italia, una italiana de nacimiento, se quedó a vivir en el Palatinado, en las proximidades del legendario Betzenberg, en donde se encuentra el estadio de fútbol del Kaiserslautern. Después de su época activa, el jefe honorífico de la selección nacional siguió empeñándose por el fútbol. Fue asesor del SV Alsenborn, que una vez llegó a ser aspirante a la Primera Liga, y posteriormente fue representante de la Fundación Sepp-Herberger así como la figura de un fabricante de artículos deportivos. Para la fundación Herberger Fritz Walter puso su empeño en la resocialización de presos y visitó a menudo las cárceles.
El 31 de octubre de 1985 los ciudadanos de Kaiserslautern dieron al estadio de fútbol en Betzenberg el nombre “Fritz-Walter-Stadion“, lo que no le gustó siquiera de lo modesto que era. El campo de fútbol sigue siendo el “Betze“, opinó Fritz Walter, después de haber dado su nombre a una calle, una escuela, una locomotora de trenes, una marca de cava, una fundación de utilidad pública y naturalmente también un torneo de fútbol. Como embajador del Comité Organizador de la Copa Mundial de la FIFA 2006™ Fritz Walter participó decisivamente en que la Copa Mundial de la FIFA viniera a Alemania y fuera elegida la ciudad de Kaiserslautern como lugar de encuentro. “Fritz“, que había recibido muchos galardones y órdenes y mantenía buenos contactos especialmente con el antiguo Canciller alemán y paisano del Palatinado, Helmut Kohl, tuvo su última gran aparición pública el 5 de diciembre del 2001. Aquel día la ciudad de Kaiserslautern entregó en Frankfurt del Meno sus documentos de solicitud al Comité Organizador de la Copa Mundial de la FIFA.
Entonces Fritz Walter se deseó: “Para mí sería el cielo, poder ir en el 2006 con mi hermano Ottmar y Horst Eckel a la tribuna de nuestro estadio para ver partidos de la Copa Mundial de la FIFA. Se lo agradecería muchísimo a Dios.“ Pero el deseo no llegó a cumplirse, pues Fritz Walter falleció durante la Copa Mundial de la FIFA 2002. En Corea los jugadores nacionales alemanes dedicaron su victoria de cuartos de final contra los EE.UU. a su gran ídolo. Las honras fúnebres por Fritz Walter se celebraron allí donde se hubiera sentido muy bien, a saber en el campo de fútbol, en su estadio: el Fritz-Walter-Stadion. En la tribuna habían ocupado asiento su triste hermano Ottmar y Horst Eckel del equipo campeón mundial de 1954, en el que habían jugado cinco jugadores de Kaiserslautern. Pero la mayor parte del “Milagro de Berna“, siempre lo han acentuado todos los jugadores, se la llevaba el genial Fritz Walter
LOS BOTINES DE FRITZ WALTER

LOS SECRETOS DEL TÍO SEPP
Sepp Herberger se graduó como técnico con las mejores notas de su promoción y ya reflejó en el título de su tesis la síntesis de la que sería su filosofía como técnico: “Hacia el máximo rendimiento en el fútbol”. Y lo sucedido el domingo 4 de julio de 1954 en el Wankdorf Stadium de Berna, podría ser la máxima expresión de todo ello, lo que las crónicas históricas de la época bautizaron con el sobrenombre de“Das wunder von Bern” o “El Milagro de Berna” y representó para la por entonces joven República Federal Alemana un nuevo comienzo.
Algo que en buena medida deben a ‘Tio Sepp’ y a Fritz Walter, y que vivió una intensa intrahistoria hasta aquel lluvioso domingo de julio. La República Federal Alemana llegó a la crucial cita de 1954 sin ser para nada uno de los favoritos, pese a ello la victoria inicial (4-1) ante Turquía, les abrió un futuro esperanzador que no cegó a ‘Tio Sepp. El técnico germano llegó a la conclusión de que para tener una selección poderosa necesitaba en punta de ataque un elemento demoledor. Y aunque no mantenía una relación fluida con el delantero-taxista, pensó de inmediato en la figura de Helmut Rahn “el Jefe”, que por entonces se encontraba de gira con su equipo, el Rot Weiss en Uruguay. Herberger le mandó el siguiente telegrama urgente:-“Presentarse urgente en Suiza primer avión”.
Herberger comenzaba a cambiar el curso de la historia, su meticuloso estudio de la competición le llevó a la conclusión de que con dos victorias estaban en la siguiente ronda, por lo que considerando que la victoria ante Turquía estaba asegurada, se tomó el partido en primera ronda ante los “Mágicos Magyares” como puro trámite y con la clara intención de mermar la temible calidad de un más que posible futuro rival.
Alemania encaró la cita con los suplentes y la apisonadora húngara les barrió del campo por un contundente 8-3, al que Sepp asistió impasible, encajando sin el más mínimo enfado las duras crítica recibidas. Ahondando un poco más en la meticulosidad de Herberger, mucho se ha escrito sobre la posibilidad de que su zaguero Liebrich, lesionara deliberadamente a Puskas con la intención de mermar a Pancho con vistas a un hipotético segundo envite definitivo.
La baza del “Maestro” Herberger ya estaba en marcha, Hungría les tenía en muy baja consideración, pero sin saberlo el “Viejo zorro” se la había jugado a un conjunto húngaro que por el sistema de competición y al acabar primeros de grupo llegó mucho más tocada a la final, puesto que mientras Alemania llegaba a la final sin sobresaltos, los magyares sufrieron para ganar a Brasil y tuvieron que jugar 120 minutos para deshacerse de Uruguay.
Esta fue la intrahistoria de aquella final, rodeada en todo momento por un halo de sospecha, puesto que la excepcional capacidad física de los alemanes y los problemas médicos -que sufrieron con el paso de los años- varios de sus componentes, dejaron caer la sombra de la duda con relación a una posible administración de suplementos dopantes. En cualquier caso lo que queda fuera de toda duda es que Alemania tenía un gran equipo y dio la campanada ante una selección de otro planeta. Con estos condicionantes el colegiado inglés William Ling daba comienzo a una final, que tuvo otro incómodo invitado para los intereses húngaros: la lluvia. Un elemento que empantanó el mítico Wankdorf y para el que ‘Tio Sepp’ también tenía un arma secreta: un tipo llamado Adolf Dassler (fundador de Adidas), que por entonces era una pequeña empresa y trabajaba con unas nuevas botas de tacos atornillados que sumaron para los alemanes en aquel campo embarrado. En todo caso el manto de agua que les recibió no pudo inicialmente con la  inigualable línea ofensiva compuesta por Sandor Kocsis, Zóltan Czibor, Nandor Hidegkuti, József Bozsik y Ferenc Puskas, que no tenía parangón y martilleó a Alemania en los primeros minutos.
A los seis minutos de juego Puskas recoge un rebote de la defensa y cruza el balón al otro palo de Turek, inmediatamente después saca Walter desde el centro pero la presión en banda del conjunto de Sebes propicia una recuperación y un desdoble al ataque, que da como fruto el gol de Czibor, que pone el 2-0 en el marcador. Solo han pasado ocho minutos y se masca la tragedia, hasta tres lanzamientos al palo de la meta de Turek, se contabilizan antes de que los factores controlados por Herberger, comienzan a entrar en acción.
Entonces Fritz Walter -un futbolista de leyenda del que cuentan que Beckenbauer se pone en pie cuando lo recuerda-, se despreocupa del marcaje de Bozsic, -que nunca se distinguió por su labor defensiva- y consigue dirigir a sus anchas a su equipo y el signo del partido. Además la línea de cuatro dispuesta por Herberger comienza a neutralizar de forma efectiva a los húngaros, una línea en la que Liebrich marca a un temeroso y condicionado Puskas -por lo sucedido en el primer partido-, mientras Rudolf Mai se encarga de frenar a Kocsis.
Alemania comienza a inquietar, Schäffer el habilidoso extremo se marcha por su banda izquierda, y manda un balón al área, que Buzansky mide mal, aprovechado porMax Morlock –el mítico nº13-, que lanzándose en plancha acorta distancias a los once de partido. Minuto 18, Fritz Walter ve desmarcado a Rahn, que al borde del área conecta un buen disparo y bate a Grocsis poniendo un empate que en aquellos primeros ocho minutos hubiera parecido una auténtica quimera. Con el resultado 2 a 2 termina el primer tiempo y en la segunda mitad los húngaros buscan con todo la victoria pero no pueden batir a Toni Turek, que aquel día fue elevado por el legendario relator Herbert Zimmermann a “Dios del fútbol”. El campo pesado y embarrado va provocando de forma paulatina el desfondamiento físico de Hungría.
Aún así el marcador se mantiene inalterable y la prórroga parece inminente pero a siete del final Schäffer roba un balón y conecta con Fritz Walter, que ve a Rahn, le da un pase atrás de cabeza, y este clava un fenomenal zurdazo al palo izquierdo de Grosics. Son segundos de infinito silencio, rotos únicamente por la legendaria voz de Zimmermann: “Schäfer centra sobre el área. ¡Remate de cabeza! ¡Despejado! Rahn podría chutar el rebote. Rahn chuta. Toor! Toor!  Toor! Toor! Tooooooor!(Cuentan  que Zimmermann cayó en silencio durante ocho segundos antes de que su voz volviera retumbar en las precisas radios alemanas) “¡Toooor, Tooooor, Toooor!… –pausa-, A cinco minutos del final Alemania gana… (pausa de nuevo) ¿3-2? ¿estaré loco? ¡pellízquenme que no lo creo!”. “Aus! Aus! Aus! Aus! Aus! Das Spiel ist aus! Deutschland ist Weltmeister” – (“¡Terminó!” y lo repitió cinco veces: “¡El partido terminó! ¡Alemania es campeón mundial!”).
La consumación del “Das Wunder Von Bern”, un triunfó histórico, el comienzo de una nueva era, la reconstrucción “El Milagro alemán”.
SEPP HERBERGER - DT DE ALEMANIA


EUROVISION PARA LOS 880.000 QUE LO MIRAN POR TV
Una de las grandes novedades del torneo fue la transmisión televisiva. Meses antes se había constituído Eurovisión, formada por la asociación de las cadenas de Alemania Occidental, Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Reino Unido, Italia y Suiza. Se transmitieron en total ocho partidos. El Francia-Yugoslavia tuvo el honor de ser el primer evento futbolístico que se presenció simultáneamente en diversos países en directo. Por lo tanto, a los 880.000 espectadores que acudieron a los estadios suizos se sumaron cuatro millones más que vieron la Copa desde sus hogares.

EXTENUANTES ALARGUES
Lo peor de la organización del Mundial de 1954 fue el sistema de competición elegido. Se constituyeron cuatro grupos sin mediar sorteo y se nombraron, también a dedo, dos cabezas de serie en cada uno, los cuales no podían enfrentarse entre sí. Tampoco lo podían hacer, claro, las otras dos selecciones. Cada equipo, entonces, sólo jugaba dos partidos, y se clasificaban para cuartos de final los dos primeros del grupo. En caso de empate, debía disputarse tiempo extra y si en éste no se alteraba el marcador, se daba por válido el empate. Un disparate total.



¿ RESULTADO ARREGLADO ?
La estupidez del sistema se demostró ya en el primer grupo. Francia (que era cabeza de serie) perdió con Yugoslavia por 1-0 y de nada le sirvió ganarle luego a México ya que Brasil, vencedora de los mexicanos en la primera jornada, le bastaba con empatar con el conjunto balcánico para clasificarse. Lógicamente, el partido fue un empate.

VERDE AMARELO
Brasil estrenó la camiseta “verdeamarela”, la misma que viste actualmente. Fue creado por Aldyr García Schlee, quien fue elegido por un concurso realizado especialmente para decidir ese tema.
Amarilla con cuello y puños verdes, en lugar de la tradicional blanca con puños y cuello azul, utilizada desde 1919 hasta 1952, debido a que la otra la había traído mala suerte, específicamente en la final del mundo del 1950, recordada como el “Maracanazo”. 
Fue el primer Mundial con Brasil de amarillo tras quitarse de encima ese maldecido blanco, para muchos causantes del Maracanazo. Fue la vuelta de Alemania a los campeonatos del mundo tras la sanción impuesta por la II Guerra Mundial.
Nasce o time Canarinho
Alegando trazer “azar” para o Brasil, a camisa branca foi aposentada e Seleção começa a atuar com manto amarelo
Traumatizado pela derrota em casa para o Uruguai, na final da Copa do Mundo de 1950, a seleção brasileira passou por um completo processo de reformulação. Que atingiu comissão técnica, jogadores e até o uniforme. Acusado de trazer “azar” ao escrete nacional, a camisa branca foi aposentada durante as Eliminatórias, a primeira disputada pelo Brasil. Após vencer o Chile e o Paraguai, fora de casa, a camisa amarela estreou de forma oficial no dia 14 de março de 1954, contra os chilenos, no Maracanã. Vitória por 1 a 0 (gol do atacante Baltazar).
Nascia a seleção Canarinha. Na sequência, novo triunfo sobre o Paraguai (4 a 1). Com a vaga assegurada com 100% de aproveitamento, a seleção treinada por Zezé Moreira passou por um período de 45 dias de concentração em Caxambu (MG), cidade que já havia recebido a Seleção antes da Copa de 1938. No dia 25 de maio, a bordo de um Constellation da Panair do Brasil, a seleção alçou voo do Aeroporto do Galeão, no Rio de Janeiro, rumo à Suiça. A bordo, apenas um jogador que havia participado do Maracanazo: o zagueiro Bauer, do São Paulo. Na lista final, outros destaques eram o goleiro Castillo, os zagueiros Djalma Santos e Mauro, o lateral-esquerdo Nilton Santos e o meia Didi. Dessa vez, não houve discussão com relação ao bairrismo entre cariocas, já que 11 jogadores convocados atuavam no Rio de Janeiro, enquanto os outros 11 eram de clubes de São Paulo.


LA PRIMER DERROTA CELESTE
También el que supuso la primera derrota de Uruguay en un Mundial, 24 años después de disputarlo por primera vez. Pero fue, sobre todo, el torneo de Hungría, la puesta en escena de posiblemente la mejor selección que haya dado el fútbol.

SEMIFINALES CONTRA LOS MAGOS MAGYARES
Uruguay conseguía así su pase a semifinales. El 30 de junio, en la ciudad de Lausana, debió enfrentar a la sensación del torneo, Hungría.
Hungría, un gran equipo.
Dicen los que la vieron que la húngara era la maquinaria de fútbol más perfecta de la historia de este deporte. Su paso por el torneo había sido arrollador. Un 9-0 ante Corea del Sur, un 8-3 ante Alemania (que jugó con suplentes) y un 4-2 a Brasil en cuartos hacían que los húngaros acapararán las portadas de todos los periódicos.
Sin embargo, para el encuentro con Uruguay no las tenían todas consigo. Su capitán, el gran
Ferenk Puskas, no podía ser de la partida a causa de un golpe desleal recibido en el encuentro frente a Alemania. La presencia de la estrella húngara estuvo en duda hasta último momento. Sin embargo, el entrenador, decidió no alinearle al ver que la lluvia y el mal estado del campo podía ahondar más la lesión.
En Uruguay las bajas del “Pardo” Abaddie y el “Cotorra” Míguez también eran difíciles de disimular. Hohberg, un potente centrodelantero cordobés que desde 1948 jugaba en Peñarol, había sido el elegido para comandar la ofensiva.
Comenzamos perdiendo
A los 14 minutos, Czibor, un extremo veloz y endiablado, adelantó a los magiares. Tras el gol los húngaros siguieron insistiendo y fue allí donde se agigantaron las figuras de William Martínez  en el centro del campo y sobretodo de Rodríguez Andrade en defensa.
De a poco Uruguay se fue animando. “Pepe” Schiafino y Javier Ambrois generaban posibilidades pero ni Souto  ni Hohberg parecían estar en la conversación.
Hungría, sorprendida por el fútbol de los celestes, no renunciaba al ataque y fue así que al inicio de la segunda parte Hidegkuti conectó un centro y marcó el segundo tanto contando con la complicidad de un estático Roque Gastón Máspoli.
Pese a estar dos goles abajo Uruguay siguió insistiendo. Hooberg tuvo el tanto en dos ocasiones pero sus disparos no fueron todo lo preciso que se esperaban.
El “Pepe” frotó la lámpara y apareció Hoohberg
Hungría controlaba el juego pero Uruguay reaccionó y fue una tromba en los últimos 25 minutos. Una gran jugada armada entre el “Pepe” Schiaffino y Ambrois le posibilitó a Hohberg  concretar el 1-2 a falta de 15 minutos.
Uruguay atacaba insistentemente y Hungría se limitaba a esperar con siete hombres en retaguardia. El 2-1 parecía sellado pero, a falta de tres minutos, nuevamente apareció Schiaffino rompiendo la defensa y cediendo al balón a Hohberg. El goleador eludió al meta Grosycs y tuvo resto suficiente para disparar fuerte y arriba haciendo estéril el cierre de los zagueros húngaros.
El estadio, ya decididamente volcado del lado de los uruguayos estalló. Y mientras los húngaros se tomaban la cabeza y los fotógrafos invadían el campo, Hohberg cayó al piso como fulminado.
Paralizó corazones
La emoción, del jugador fue tal que tuvo que ser asistido para volver a la cancha. La imagen del jugador sentando en el campo mientras se le masajeaba el pecho es una de las mejores postales de la historia de la Copa del Mundo.
Segundos antes, Don Carlos Solé se quebraba la voz gritando ” goool, goool uruguayo, Hohberg, goool uruguayo, Hohberg, el león herido sacude su melena” y se excusaba “no puedo seguir trasmitiendo”.
La famosa garra charrúa volvía a aparecer y el corazón de los uruguayos seguía viviendo emociones. En la última jugada el “Pepe” Schiaffino (ese que al que Pelé se olvidó de nombrar en la lista de 100 mejores jugadores historia) elude al golero y dispara a puerta vacía pero la pelota queda muerta en un charco existente en el área chica y Lórant cierra con lo justo.
En el alargue la suerte no acompañó
Sonó el pitazo final y ambos equipos, exhaustos, se prepararon para la prórroga. Ya se sabía que Alemania había vencido a Austria por 6-1 y era finalista.
En el alargue el encuentro siguió siendo de ida y vuelta. El “Pepe” estrelló dos balones en los postes, pero los húngaros también hacían lo suyo complicando sobretodo con centros.
Nadie se movía de sus asientos. La emoción eran enorme. El “negro” Rodríguez Andrade tuvo que salir unos momentos por lesión y Hungría no perdonó. La baja del mejor defensa celeste fue clave. Kocsis, un delantero fuera de serie, se aprovechó de ello, ganó dos veces en el área y marcó dos goles.
Las consecuencias de la batalla
Uruguay cayó de pie, cedió su invicto de treinta años en un partido en el que la prensa especializada definió como el partido del siglo.
El propio entrenador húngaro, confesó al finalizar el encuentro “Hemos derrotado no solo al mejor equipo de este mundial sino al que jamás nos haya enfrentado”.
Curiosamente días más tarde Hungría no pudo gritar campeón. Pese a comenzar ganando 2-0, los húngaros vieron como Alemania se quedaba con el título. Muchos dicen que  pagaron carísimo el desgaste ante los uruguayos.
Para Uruguay fue el fin de un ciclo exitoso. El equipo de Juan López, cargado de gloria, tuvo que morder el polvo ante los húngaros. Al retirarse del campo en medio de llantos y desconsuelo, los uruguayos dieron su última gran lección: Los triunfos hacen historia, pero dejar la vida en la cancha también deja su huella.
Fue la primera derrota celeste en 30 años de Mundiales
Uruguay – Hungría y aquel "partido del siglo"
Escrito por Gerardo Bassorelli
EL DIA QUE VENCÍAN LOS CONTRATOS
El día que vencían todos los contratos de 1954 (?), se dio una de esas batallas que perdurarán en la historia de los Mundiales. En la Uruguay europea (?), los charrúas y húngaros dirimían el pase a la final del certámen.  Los últimos campeones habían accedido a la segunda ronda tras derrotar 2 a 0 a Checoslovaquia y 7 a 0 a Escocia, en un concierto de Borges y Abbadie. En los cuartos de final pudieron superar 4 a 2 a Inglaterra, pero en dicho partido,  su emblema Obdulio Varela, había pasado a scrap (?) por un desgarro que le impedía la práctica activa del talón en el piso.  Entretanto, el equipo sensación del torneo había tenido que luchar mucho para pasar la primera ronda: dos partidos jugados, 17 goles a favor y 3 en contra, producto de un 8 a 3 a Alemania y un lapidario 9 a 0 a Corea del Sur.  En los cuartos de final habían derrotado 4 a 2 a Brasil en un partido como le gusta la gente: donde abundaban las patadas y las jugadas de ataque.
Hay que entender algunas cuestiones: si bien el kamasutra tiene 1800 y tantos años, la plasticidad no era lo que es hoy (?). ¿A qué nos referimos con esto? A que al lado de las marketineras bicicletas de Robinho, los sprints de Messi o las pavadas de Cristiano Ronaldo (?), las moñas y fintas que se ven en este partido darían para la risa. Pero, fundamentalmente, lo que se pone en relieve aquí es la emotividad y la constante vocación de ataque. Lo sublime de lo rústico, casi como orfebres de la emoción (?). Esto es, entonces la certeza de que en aquel entonces la especulación no existía, a tal punto de que jugadores como Schiaffino estaban jugando bastante por debajo de sus posibilidades físicas.  A pesar de la presunción de lo que se esperaba (basado en el antecedente inmediato de Brasil y Hungría) aquí no cundió el juego brusco (aunque siempre hay que contextualizar las murras en su época) y se brindaron por completo al espectáculo.
Sin Puskas (afuera por las patadas recibidas), la responsabilidad ofensiva recaía toda en Czibor y Kocsis, que inquietaban sin cesar a la valla defendida por Máspoli. Uruguay, al no contar con Obdulio, redoblaba esfuerzos en mitad de cancha para cortar rápido y salir con Ambrois o Borges por las puntas. Néstor  Carballo y Luis Cruz eran los pulpos en esa zona. Claro que, había que entender que partes vitales del cuadro estaban averiados y el despliegue físico no pudo durar mucho tiempo. Ni qué decir cuando Czibor aprovecha un error de cálculo de Santamaría, que lo dejó solo y con la pelota picando en el área. 1 a 0 para los Magiares Mágicos (tal como se los conocía) y a sudar la gota gorda para tratar de remontarlo. Aun así, con lo poco que les quedaba de físico apuraban al punto de hacer revolcar un par de veces a Grosics. Claro que a cada contra les pasaba la máxima de la pubertad: la cosa se  iba poniendo cada vez más peluda (?). Ya  a los 20 minutos del primer tiempo el mediocampo se había convertido en una zona de tránsito: si prosperaba la jugada estaban en un arco, si no lo hacía terminaba en una contra feroz. Así se esfumó el primer tiempo: con no menos de 25 llegadas para Hungría y unas 15 para Uruguay, que apelaba al amor propio para lastimar a un equipazo.
Qué decir entonces cuando a los 2 minutos del segundo tiempo, una palomita de Hidegkuti subía el marcador. La cosa, además ya parecía juzgada porque los europeos habían retrasado un poco más a Kocsis y cumplia las funciones de lo que hoy sería un doble cinco. Claro que también hay que decir que con él retrasado, Hungría tenía 4 jugadores netos de ataque.  Aun así, se suscitó una conmovedora entrega uruguaya que fue la más cabal expresión de la garra charrúa. Todos, absolutamente todos, agarraron la lanza y fueron para adelante, sabiéndose inferiores tanto físicamente como en nivel de juego. Tal fue la remontada en juego que los húngaros mostraron un notorio aplacamiento: las llegadas ya no eran con pelota dominada al área, sino que trataban de inquietar a Máspoli con disparos desde fuera del área y, cuando tenían un contragolpe a favor, no había mas que dos jugadores en ataque. La enjundia sudamericana no era cuento: el maracanazo estaba latente y esa capacidad de sacar agua de las piedras podía intimidar hasta al más pintado, amén de que las huellas del durísimo partido con Brasil empezaban a asomar en los magiares. Y así avisaron los campeones, cuando Schaffino picó al arco y, cansadísimo, erró en segunda instancia un gol casi abajo del arco luego de que Grosics atajara su primer remate.  Y qué decir cuando Hohberg recibió en el área solito y con un sutil toque de derecha puso el 1 a 2 y todavía faltaban 15 minutos para finalizar el cotejo.
Los muchachos de la tierra de donde es oriundo el enano que encarnaba a Alf comenzaron con la autoterapia de criogenia (?). Ahí mismo Hungría salió decidido a aumentar el marcador y poder regular con vistas a la final. Kocsis tuvo el 3 a 1, luego de pelearle una pelota en el área al extenuado William Martínez y gambetear a Máspoli, pero su remate fue salvado en la línea providencialmente por Andrade.  Al minuto nomás, Buzansky enmendó un grosero error de su arquero en la salida de un córner e imitó a su colega uruguayo, abajo del arco,  al despejar  el remate de Souto . Al ratito,Lorant vuelve a salvar sobre la línea otro error de Grosics, que le dejó servida la pelota a Ambrois. Pero, faltando apenas cuatro minutos, otra vez el argentino nacionalizado uruguayo Juan Eduardo Hohberg logró lo imposible. En una angustiosa definición, donde dejó atrás al golero húngaro primero, y a la pelota después (?) puso el 2 a 2 que automáticamente llevaba el partido al alargue. La desazón de los jugadores húngaros era generalizada. Al mismo tiempo que el estadio estallaba en júbilo, el propio Hohberg se desmayaba de la emoción (!) y los médicos ingresaron faltando 1 minuto para reanimarlo (!!!).
Hubo que ir al tiempo suplementario, en donde abundaron los gestos deportivos y el componente emotivo se exponenció más y más. Era ver jugadores que dejaban de renguear para correr la pelota hasta quedar, literalmente en el piso. Como no podía ser de otra forma, cada vez que la pelota pasaba cerca se levantaban e intentaban hacerse con ella. Hasta los fotógrafos observaban el partido parados detrás de los arcos y saltaban y se lamentaban ante una ocasión perdida por cualquiera de los equipos. Lo tuvo Uruguay, otra vez en los pies de Hohberg, pero su remate fue devuelto por el palo y en el rebote, Schiaffino no llegó a empujarla a la red. A su vez, Máspoli agigantaba su figura agarrando todos los centros que caían al área uruguaya.  Pero, faltando 10 minutos para los 120´Kocsis aumentó de cabeza y 6 minutos después remató la faena. Uruguay quedaba elminado del mundial y tenía que ir a jugar el tercer puesto con Austria. Hungría, considerado el mejor equipo del mundo, pasaba a la final.
La verdadera garra charrúa, tan denostada después, fue explícita en la derrota uruguaya. Bozsik comentó, años después, que casi llora cuando Schiaffino fue a felicitarlo. “Fue el mejor partido, el más humano de mi vida”, declaró. Gyula Mandi, el técnico húngaro, dijo tras la final “le ganamos al mejor equipo que alguna vez enfrentamos”.


LA HAZAÑA ALEMANA Y SU RELACIÓN CON ADIDAS
Una hazaña histórica comandada por Fritz Walter, el capitán, y Rahn, el autor de los dos últimos goles, el último de ellos a seis minutos del final de una segunda parte donde los alemanes se adaptaron mejor al terreno de juego totalmente mojado merced a unas botas especiales de mayor agarre creadas por un compatriota de nombre Adi Dassler, el fundador de Adidas. Un final que supuso guardar las botellas de vino preparadas para el festín previsto del “equipo de oro” y acabar con su invicto de 33 partidos.

EL MARACANAZO HÚNGARO
El Maracanazo húngaro
Lo imponderable volvió a dejar sus marcas en un Mundial. Cuatro años después de que Brasil viera escapar el título frente a Uruguay, fue el turno de una de las supremacías más incontestables de la historia del fútbol desmoronarse frente a la fuerza física y la obstinación de los alemanes. La poderosa Hungría, campeona olímpica en 1952 y dueña de un fútbol sumamente ofensivo y eficiente, llegó a la final del torneo con una marca envidiable: 31 partidos invicto y la retrospectiva de una goleada por 8 a 3 frente a los mismos alemanes en la primera fase.
La más grande estrella húngara era Ferenc Puskas, el "Mayor Galopante". La selección comandada por Gusztav Sebes tenía otros jugadores de extremo talento. Además de Puskás, se destacaban los atacantes Sandor Kocsis y Nandor Hidegkuti y el mediocampista Jozsef Bozsik.


SOBERBIA GIGANTE
Soberba
Apesar do receio de que o “fator psicológico” pudesse influenciar negativamente a seleção, a expectativa no Brasil era otimista quanto à participação do país na Copa. Cabeça de chave do Grupo A, o Brasil não enfrentaria a França na primeira fase e teria pela frente México
e Iugoslávia (enfrentados também na 1ª fase em 1950), adversários que não assustavam. Porém, nas quartas de final, a expectativa era de um duelo contra a Hungria. Temida na Europa, mas nem tanto pelos brasileiros.
O atacante Pinga, por exemplo, afirmou que a defesa húngara era o mesmo que “uma porta mal fechada”. Já o técnico Zezé Moreira comparou o time europeu ao Paraguai. A imprensa brasileira também ajudou no clima de soberba. Após espionarem um treino da Hungria, a revista Cruzeiro taxou o atacante Puskas, astro do time, de “jogador medíocre, com capacidade de jogar, no máximo, no América-RJ, nunca no Flamengo ou no Vasco.”

EL CASTIGO DEL 50
Saiba mais
O injustiçado Vários jogadores vice-campeões mundiais em 1950 tinham condições de disputarem também a Copa de 1954, mas pagaram pela cobrança por renovação na seleção. Entre eles, Zizinho que ainda era o melhor jogador em atividade no Brasil. Entre as justificativas para deixá-lo de fora estava uma possível influência negativa do meia no elenco e até o fato de Zizinho ser comunista. “Poderiam arrumar uma desculpa melhor”, reclamou o jogador.

NÚMEROS FIJOS
A Copa da Suíça foi a primeira competição a adotar numeração fixa para os jogadores. Assim, os atletas tiveram um número próprio na camisa, de 1 a 22, que os acompanharia durante todo o torneio, independentemente de serem titulares ou reservas. A ideia era facilitar a identificação de cada jogador. Cada confederação definia a seu critério a distribuição dos números.

MUNDIAL & NEGOCIOS
Copa como negócio
Pela primeira vez a marca “Copa do Mundo” foi licenciada. Com isso, foram vendidos suvenirs e espaços publicitários nos estádios. Com a entrada de dinheiro da iniciativa privada, a captação de recursos para o Mundial não teve participação do governo suíço.

CULPA DE LOS JUECES
A eliminação verde-amarela para a Hungria também foi colocada na conta do árbitro inglês Arthur Ellis, classificada de “calamitosa” pelo repórter.
As principais reclamações foram com relação ao pênalti cometido por Pinheiro “inexistente”, que originou o terceiro gol húngaro e o lance que sacramentou a derrota do Brasil, com Kocsis empurrando para as redes em “clamoroso offside”. No relato, o árbitro inglês foi de uma “parcialidade a toda prova dando a Hungria o melhor do seu apoio, enquanto perseguia implacavelmente a equipe do Brasil”.

EL GOLERO MAS GOLEADO
 Al arquero coreano Yung Hong Duk le convirtieron 16 goles en dos partidos.

HERMANOS CAMPEONES
Fritz y Otmar Walter, de Alemania Occidental, se convirtieron en los primeros hermanos en ganar un Mundial. En las semifinales se había convertido en los primeros hermanos en marcar goles en un mismo partido de un Mundial.

29 AÑOS POR LA BORDA
Hungría llegó a disputar la final con un invicto de 29 partidos en cuatro años.

AMATEURS PERO CAMPEONES DEL MUNDO
" El equipo alemán era aficionado, ya que en aquel tiempo no había una liga profesional en ese país.

DE JUEZ A COMENTARISTA
" Arthur Ellis, el árbitro inglés que dirigió "la batalla de Berna", se convirtió en comentarista de un programa de TV de la BBC.

EL HIMNO CANSÓ – LA EXCUSA PERFECTA
El entrenador escocés Tommy Docherty puso como insólita excusa a la derrota que el himno nacional tocado antes del partido había sido tan largo que sus jugadores quedaron exhaustos antes de comenzar a jugar.

CUESTIÓN LINGÜÍSTICA
Perdidos
Sem falar nenhuma palavra em inglês, francês ou alemão, os jogadores da Coreia do Sul ficavam literalmente perdidos na Suíça e recebiam ajuda de policiais suíços, após os jogos.

¿ CAPITÁN NAZISTA ?
Capitão 'nazista'
Fritz Walter, capitão alemão na Copa de 1954, foi paraquedista do exército de Adolf Hitler

CONFESIONES HUNGARAS- GROSICZ
Más de 50 años después  de Berna, este hombre abrió su corazón en una entrevista mantenida con el periódico alemán “Süddeutsche Zeitung“ y desahogó su alma tras la derrota de este modo: “En la pausa tenía la sensación de estar al borde de la tumba. Ahora estábamos dentro.“ Al llegar a su patria, Hungría, al guardameta le pasó lo siguiente: “Varios miles de húngaros salieron a las calles y protestaron. Al principio por el dolor de la derrota, pero después pasó a ser una demostración política contra la dictadura comunista. Entonces fue cuando comprendimos lo que significábamos para nuestros compatriotas. Este partido desató en ambos países un desarrollo político enorme, pero completamente contrario . En Alemania en sentido positivo: Somos respetados de nuevo, el milagro económico y todo eso. En Hungría desembocó directamente en el levantamiento de 1956.“
Hay que comprender el tiempo de aquel entonces para poder ordenar los sucesos que siguieron posteriormente. De repente estaba un guardameta, que no hubiera podido parar un balón, bajo la sospecha de ser un delator. La realidad es que los perdedores de Berna, que antes fueron invencibles durante cuatro años y habían celebrado el fútbol, fueron transportados inmediatamente después de su llegada a la patria a un campo de entrenamiento en Tata.  Allí les “recibió“ el hombre de confianza de Stalin, un tal Primer ministro Rakosi.
Grosics se acordaba más tarde de ello: “Mantuvo un pequeño discurso, más o menos así: Esta ha sido una derrota, algo así siempre puede pasar. En los próximos campeonatos mundiales lo haremos mejor. Hasta entonces nadie necesita tener miedo. Pero exactamente en ese momento empezaron a sentir miedo la mayoría del equipo. Porque era una pura amenaza.“
La peor consecuencia para el solitario guardameta: Después de la Copa Mundial de la FIFA el servicio secreto húngaro atosigó durante meses a Gyula, le pusieron bajo arresto domiciliario y ciertamente se le acusó además de un supuesto espionaje en diciembre de 1954. Su padre perdió el puesto de trabajo. “Se me observó durante 13 meses y siempre tenía que presentarme ante las Autoridades. Naturalmente que tenía miedo. En 1950 se ahorcó a un jugador de la selección sólo porque al parecer quería escaparse del país.“ Después de estos terribles 13 meses, se dejó libre al guardameta por falta de pruebas.
Deportivamente en aquellos años todo empezó a ir cuesta abajo para el guardameta. La estrella del club mundial Honved Budapest fue desterrado por algún tiempo a la provincia Tatabanya.
Mientras que otras estrellas húngaras como Sandor Kosics en Barcelona o Ferenc Puskas en el Real Madrid acabaron como refugiados, el humillado Grosics siguió fiel a la patria y jugó para Honved y para Hungría. En el año 1989, aquel año en que comenzó el cambio político en el Bloque del Este, demostró valor y participó en un movimiento democrático de su país. Pero las cicatrices de una derrota histórica y las severas represalias posteriores se le han quedado clavadas en el corazón de aquel guardameta.

BRASIL  RUMBO  SUIZA CON BASE PORTUGUESA
E o Brasil , pela primeira vez, encarava as eliminatórias sul americanas, contra apenas outros dois pretendentes: o Chile e o Paraguai. E, enquanto festejávamos o Carnaval já em 1954, o Paraguai assustou ao faturar o Chile duas vezes, por 4x0 em Assunção e por 3x1 em Santiago. Mas não houve surpresas, pois vencemos os quatro jogos, contra Chile e Paraguai e selamos a viagem para a Suíça. O jogo decisivo foi contra o Paraguai no Maracanã, em 21 de março de 1954, com arbitragem francesa. O técnico era Zezé Moreira e, depois de um preocupante 0x0 no primeiro tempo, a seleção deslanchou e goleou por 4x1, com gols paulistas: Julinho (2), Baltazar e Maurinho. A Portuguesa era quem tinha mais jogadores na seleção (quem diria, hein!): Djalma Santos, Brandãozinho e Julinho. O time, nessa partida, formou com: Veludo (Fluminense), Djalma Santos, Gerson (Botafogo), Brandãozinho e Nilton Santos (Botafogo); Bauer (São Paulo) e Didi (Fluminense); Julinho, Humberto (Palmeiras), Baltazar (Corinthians) e Maurinho (São Paulo). 

EL TRIPLETE DE BORGES
 IMPRESIONANTE “HACK TRICKS” DE BORGES ANTE ESCOCIA
El debut de Uruguay en la Copa del Mundo de 1954 arrancó con un triunfo ante Checoeslovaquia por 2:0. La defensa del título comenzó de manera exitosa. Juan López definió los once jugadores on Máspoli, Santamaría y William Martínez; Rodríguez Andrade, Obdulio Varela y Luis Alberto Curz; Abbadie, Ambrois, Miguez, Schiaffino y Carlos Borges. El partido no fue nada fácil. Míguez a los 71’ y Schiaffino a los 85’ de tiro libre, concretaron la victoria ante el importante equipo checo.
El próximo encuentro marcaba el partido ante Escocia. Fútbol británico poderoso, de la cuna de este deporte moderno, significaba una nota de atención para los Campeones del Mundo. La performance de Uruguay fue espectacular. Nada menos que un 7:0 contundente, con lujos y goles de alta factura donde –una vez más- el peligroso wing uruguayo estuvo en el marcador. ¡Y de qué forma! Convirtió tres goles espectaculares.
En aquel tiempo los periodistas deportivos que escribían en los diarios, se caracterizaban por utilizar un perfecto léxico para construir sus notas. Estaban alejados totalmente de los modismos que hoy se consumen importados de Europa. Por lo tanto, eso que hoy han puesto de moda como “hacks tricks”, para los uruguayos eran, simplemente, tres goles… Y punto.
Hoy se titularían las páginas de los diarios con un rotundo “hack tricks de Borges”. Sin embargo, “El Diario” fue contundente a su manera. Con letras importantes sentenció un claro: “Sensacional espaldarazo internacional para el winger izquierdo Borges”. Realmente era así. Un “espaldarazo” a gran nivel mundial, para este “Lucho” del Buceo que no figuraba en los planes de los especialistas y a quién Juan López “hizo” puntero zurdo para que pudiera integrar el equipo de Peñarol y la selección. Con Julio César Abbadie por la derecha, jugador de clase, alta técnica y visión de cancha, Uruguay encontró en Carlos Borges por la derecha al jugador explosivo, potente, de enorme velocidad y goleador. Además, habilitado por Juan Alberto Schiaffino cómo sólo él sabía hacerlo, aquella “ala” izquierda de Uruguay resultaba imparable.

LOS CAMPEONES DEL MUNDO VS LOS INVENTORES DEL FÚTBOL
NO RESPETÓ NI A LOS INGLESES: PRIMER GOLD E BORGES
El particular reglamento que rigió los destinos de la Copa del Mundo de 1954 en Suiza, determinó que al conseguir dos triunfos consecutivos, Uruguay clasificara para disputar los cuartos de final, sin necesidad de enfrentar a Suiza, que también integraba el grupo C. El rival de turno era nada menos que Inglaterra.
Los británicos, inventores del “fútbol moderno” a partir de 1863, nunca fueron gran cosa en el mundo del deporte que crearon. Mantenían –y aún hoy lo tienen-, cierto prestigio y generan temor a sus rivales, por ese pasado y el rol de protagonistas que tuvieron en concebir las reglas del fútbol partiendo de las del rugby. Pero nunca tuvieron preeminencia en el “mundo que encierran cuatro líneas de cal”. No apoyaron la creación de la FIFA. Luego tomaron su conducción a poco de su fundación para impedir su desarrollo, basados en la necesidad de mantener el poder dentro de sus Islas Británicas como si ellas fueran la meca del fútbol, impidiendo su difusión masiva. Después se desafiliaron  al iniciarse la década del veinte y estuvieron al margen hasta la Copa del Mundo de 1950. En ella, en Brasil, protagonizaron el gran papelón de la historia. ¡Perdieron y quedaron eliminados ante la modestísima selección de Estados Unidos!
Al mundial suizo llegaron con dos contrastes importantes. Dos borrones en el aparentemente inmaculado cuaderno del fútbol británico que se sumaron a la catástrofe de Brasil 1950. Los dos episodios se registraron en 1953. En mayo y en Montevideo, en el Estadio Centenario, frente a los Campeones del Mundo, Inglaterra cayó 2:1 en un cotejo en donde –según afirman testigos presenciales y se lee en los periódicos de la época-, de no mediar la tozudez de Míguez que quería convertir goles de taquito, chilena y “rabona”, el tanteador pudo ser catastrófico. En noviembre los húngaros de Puskas no tuvieron miramientos y en el mítico Wembley le ganaron 6:3 a Inglaterra propinándole la primera derrota de la historia en su propio suelo.
Allí, en la Copa del Mundo de 1954, frente a los uruguayos, en Basilea, se encontraban varios de los británicos famosos de todos los tiempos. El golero Merryck, el zaguero Wright, el atacante Lofthouse y los punteros Stanley Matthews (el legendario wing derecho de 39 años) y Tom Finney en la zurda.
Uruguay salió apabullando a los ingleses y -¡cuando no!- a los 5’ de juego llegó el gol de Borges para abrir el tanteador. Luego empató Inglaterra y Obdulio Varela, con un gran remate desde fuera del área, puso el 2:1 a favor. El capitán festejó con un salto y al caer estalló el músculo de su pierna izquierda. ¡Desgarrado apenas fue en el resto del encuentro durante 55’ una figura nominal arrastrándose en la cancha! Hay que recordar que no existían los cambios, por lo que un jugador al lesionarse se mantenía en la cancha como podía o se retiraba del terreno. Pasó Schiaffino de centre half. Dictó cátedra asombrando al mundo. En inferioridad numérica Uruguay ganó 4:2 y clasificó las semifinales. A esa altura Schiaffino ya era jugador del Milan a raíz del cierre de las negociaciones entre los dirigentes de Peñarol y los italianos.

LAS DOLOROSAS DERROTAS CELESTES
Después del gran triunfo ante los británicos se constató que no sólo Obdulio Varela no podía jugar ante Hungría el encuentro semifinal. Julio César Abbadie quedó lesionado de consideración, sin posibilidad de mantenerse en el equipo.
El suplente natural del capitán –Néstor Carballo- ingresó automáticamente a la once como cambio cantado. La sustitución de Abbadie, en cambio, generó una polémica y confusión que el tiempo transcurrido  no ha podido develar. Existió una reunión de Hohberg con los periodistas escritos y radiales que se encontraban en Lausana para cambiar ideas sobre el tema. Existen versiones que señalan que Juancito les brindó el equipo a los periodistas y les pidió opinión, la cual fue mayoritariamente favorable. La Comisión de Selección hizo lo suyo. Otros sostienen que Luis Tróccoli, integrante de la misma, fue determinante para la salida de Míguez. Finalmente las que debieron ser dos modificaciones obligadas en el ataque, resultaron ser tres. Se excluyó a Oscar Omar Míguez ingresando por él Juan Eduardo Hohberg, en tanto el puntero derecho de Nacional, Rafael Souto, entró por Abbadie. La fotografía tomada en el lluvioso campo de juego aquella tarde, muestra a Schiaffino en la posición de No. 9 en lugar de Míguez y Hohberg como entreala izquierdo. Con lo cual, a las variantes, se agregaba una cuarta de carácter posicional. ¿Cuál es la realidad?
El partido fue electrizante. Hungría se colocó arriba en el marcador 2:0 en jugadas donde Máspoli estuvo remiso. En base a gran juego y empuje, Uruguay empató en los últimos minutos mediante dos goles de Hohberg. En el último minuto una pelota enviada por Schiaffino al arco sin golero, se “planchó” en el barro y no entró. Era el gol de la victoria. Fueron al alargue de media hora. Nuevamente errores de Máspoli ante el atacante Kocsis, ambientaron dos goles de cabeza.
Carlos Borges no estuvo en el marcador y su rendimiento no fue el mismo de los partidos anteriores. ¿Influyó el cambio posicional al quitarle  del ala a Schiaffino, con quién se entendía de maravillas? Imposible responder la interrogante…
El último partido de Uruguay en la Copa del Mundo de Suiza, luego de resignar su título de campeón a manos de Hungría, marcó la caída ante Austria 3:1 quedando en cuarto lugar. Para una gran mayoría, diversos errores de todo tipo en las horas previas al cotejo frente a los magyares, determinaron que se entregara el título que tanto costó conseguir en Maracaná.


LA TECNICA EN SUIZA 1954
Cinco concepciones tácticas brillaron con luz propia en este Mundial de Suiza.
Cinco estilo que quedarian ademas como postulados tecnicos para la posteridad. Suiza puso en juego el verrou, sistema de cerrojo que consistía en colocar una doble llave destructivaen una de las dos alas defensivas, con un líbero que fluctuaba entre este lateral y el centro, y un quinto defensa que jugaba poco menos que a la altura del portero, en el centro del área y que solo salía de su demarcación para ir en apoyo del otro lateral si esta era superado por el extremos contrario.
Brasil practicó en Suiza el sistema 4-2-4 que cuatro años más tarde en Suecia 58 le iba a dar su primer triunfo en la Copa del Mundo.
Inglaterra utilizó el sistema de la WM (la disposición de sus jugadores en el césped conformaba estas dos letras del abecedario).
El de Alemania fue el fútbol menos técnico del torneo y a la vez el más avanzado, por cuanto veinticinco años después medio mundo futbolistico copiaría sus normas de juego.
Era un juego de destrucción  y poderío fisico que abría las puertas de par en par hacia lo que poco a poco se impondría como una realidad : el jugador atlético.
El triunfo de Alemania fue una alerta sobre lo que podía alcanzar el poder fisico en el fútbol
Pero fue Hungría quien dejó las mejores enseñanzas tácticas-El montaje del equipo era vanguardista desde el portero Grosics, que fue el primero en alterar la concepción del meta atajador de balones, para convertirse en un jugador más, especialmente en las salidas y entregas de la pelota. La línea de zagueros quedaba constituida por tres elementos base de un bloque más elástico y móvil que lo acostumbrado en aquellos tiempos .
Precisamente toda la fuerza de la ofensiva hungara se apoyaba en su lateral derecho Buzansky, que solía ir hacía la línea de fondo contraria, como aporte de aceleración y sorpresa.
Boszik, el medio derecho, hombre de creación y ataque, relevaba admirablemente a Buzansky en sus subidas .-
La cabeza de Kocsis estaba siempre atenta a los servicios de estos hombres y así logró algunos de sus 11 goles en la fase final . Esta misma maniobra realizaba el  lateral izquierdo Lantos con el interior de este mismo lado, Hidegkuti. Los dos extremos, Czibor y Coth no se replegaban y Puskas, a pesar de que jugó poco era el jugador que salía con el balón controlado desde el círculo central y siempre en vertical hacía el marco contrario, con el medio Zakarias en labor de apoyo unos metros detrás de él. Así se ubicaba toda una compleja trama táctica, basada en definitiva en las condiciones técnicas de todos los jugadores.

GUSZTAV SZEBES - ENTRENADOR DE HUNGRÍA (1906-1986)


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